Subastas: desde los romanos a la actualidad

Subastas

Hoy en día es fácil encontrar subastas, de autos, de inmuebles, de arte, o de artículos inimaginables. Presenciales, en línea o incluso con participación a distancia por medio del teléfono o de internet, pero, ¿dónde se originó el fenómeno?

Las subastas son más antiguas de lo que podríamos imaginar y nos podemos ir hasta los tiempos del Imperio Romano, donde los vocablos sub (bajo) y hasta (lanza), que forman la palabra, significan bajo la lanza, para determinar, quizás, su origen.

En aquellos tiempos del Imperio, se repartían o vendían al mejor postor las pertenencias de alguien que no pagó sus tributos o tenía alguna deuda. El término hacía alusión a clavar una lanza en el suelo y colocar las pertenencias alrededor de la misma.

Por otro lado, en tiempos de los babilónicos, las subastas eran de mujeres en edad de casarse y así conseguían a sus esposas. Después comercializaron esclavos y bienes.

En el siglo XVIII, los franceses limitaban el tiempo de las ofertas hasta que se consumieran tres velas tras realizarse una puja, como el preámbulo a después utilizar el ya clásico martillo.

Hoy en día, la sociedad alrededor del mundo tiene el concepto tan familiarizado que la mayoría no ha pensado o incluso imaginado que es algo sumamente antiguo y que a pesar de que ahora se comercializan de esta forma diferentes artículos y bienes, antes la oferta incluía (legalmente) tráfico de personas.

Poco a poco el concepto y las reglas han ido favoreciendo tanto a pujadores como a los dueños de los artículos, al grado en que muchas veces el que vende obtiene más de lo que se pudo imaginar y el que compró queda satisfecho con ese precio que pagó.

No hay duda que en el terreno de las subastas hay posibilidades de hacerse de bienes o artículos sin pagar el precio de venta normal del artículo u obtener una ganancia mayor a la esperada en caso de vender y no querer rematar.

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